Un sacerdote italiano, Gianfranco Ravasi, avala el cúmulo de precisiones que ofrece el libro Enigmas de la Biblia al descubierto (Planeta, Barcelona, 2004) y que echa luz sobre los equívocos y errores de interpretación que provoca la lectura ligera de las Sagradas Escrituras. Los periodistas italianos Roberto Beretta y Elisabetta Broli son autores de esa obra, a la que monseñor Ravasi sumó un atractivo prefacio. Allí, el clérigo recuerda que, en 1993, una revista dirigida a la grey cristiana organizó una encuesta entre sus lectores, con idea de establecer qué conocimiento tenían de los textos bíblicos. Una de las preguntas aludía a la filistea Dalila y, sorprendentemente, en la mayoría de las respuestas aparecía asociada a Lázaro, no a Sansón, porque la más popular actriz italiana era, por entonces, Dalila di Lazzaro. A menudo, la persistente divulgación de conceptos distorsionados induce a suponer lo que la Biblia desconoce. Con intención de despejar no menos de sesenta equívocos, Beretta y Broli abundan en puntualizaciones como éstas: no necesariamente era una manzana (o un higo, como creen los judíos) el fruto prohibido que Adán y Eva mordisquearon en el Edén; Eva no nació de una costilla de Adán; un versículo del Génesis dice que el Diluvio duró cuarenta días, pero otro sugiere que quizás haya durado un año; en el Exodo, los mandamientos no son diez, sino doce; David no mató a Goliat de un piedrazo, sino con su sable (con el que luego lo decapitó); ningún Evangelio dice que Jesús nació a medianoche; sólo en el siglo IV la Iglesia convino que el nacimiento de Jesús debía celebrarse el 25 de diciembre; los Reyes Magos no eran reyes y tal vez no hayan sido tres?
Los autores de Enigmas de la Biblia, hacen constar que ningún evangelista menciona a los abuelos maternos de Jesús (los padres de María) y que por lo tanto sus nombres son inventados. ¿Cuáles son esos nombres? ¿Qué oficio se atribuye a José, padre de Jesús?
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