El miércoles 29 de julio, celebramos la festividad de santa Marta.
Marta fue hermana de Lázaro y María de Betania.
Aparece en los evangelios de Lucas y Juan.
Al menos en tres ocasiones, Jesús se estuvo en Betania en la casa de esta familia. El pasaje mas conocido es el de la resurrección de Lázaro. En la imagen, ambas hermanas junto a Jesus, retratados por Johannes Vermeer, pintor neerlandés del s.XVII.
La Palabra de Vida de junio de 2015, nos muestra la inquietud de Marta y su celo apostólico por estar en todos los detalles.
Fabio Ciardi nos lo recuerda con aquel texto, “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas son necesarias, o más bien, una sola es necesaria” (Lc, 10, 41-42).
La Iglesia católica y la ortodoxa, reconocen a Marta como santa. Es patrona del hogar, de cocineras, amas de casa, sirvientas, hoteleros, casas de huéspedes, lavanderas, de las hermanas de la caridad, del hogar. Todas son asociadas con su papel en las historias de la Biblia, donde se la muestra como una mujer servicial, atenta y acogedora.
Por eso, la Domus Santa Marta (Casa de Santa Marta del Vaticano), fue una casa para asistir a enfermos, construida en el siglo XVIII para atender a los enfermos de la epidemia de cólera romana de 1881.
En tiempos del Holocausto, Pio XII, cobijó allí a prófugos judíos y representantes diplomáticos que rompieron relaciones diplomáticas con Italia.
En 1996, Juan Pablo II, consituyó a la Domus, como casa de descanso de los cardenales participantes en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, donde se modificó la forma de proceder frente a un cónclave.
Por tal motivo, la casa de Santa Marta, fue una de las dos sedes esenciales del cónclave junto a la Capilla Sixtina.
Ni que hablar, cuando en 2013, el papa Francisco, optó por fijar su residencia permanente en la residencia de Santa Marta.
El pasado domingo 12 de julio del cte.año, en la inolvidable misa de Ñú Guazú, en las afueras de Asunción, Francisco invitó a los cristianos a distinguirse por su acogida, por su hospitalidad.
Han pasado 20 siglos, y la inquieta Marta, sigue dando que hablar. La cuestión doméstica, tantas veces olvidada, o con escasa prensa, sigue siendo esencial.
Feliz onomástico a las Martas, y también a todas las amas de casa hospitalarias, las sirvientas, las cocineras, los hoteleros, y a todos los seres que nos reciben como en casa.
Hogar, dulce hogar.
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