Durante el mes de Mayo de 2007 y por espacio de tres semanas, cerca de 170 obispos de toda Latinoamérica, deliberaron en la Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en el Santuario de Aparecida, en Brasil.
El jueves pasado [19.5], hubo una invitación a la prensa especializada, y allí fuimos. Compartimos vivencias de primera mano, junto a Monseñor Jorges Lozano, Claudio Epelman, Jorge Oesterheld y otros.
Destacable el espíritu que se fué construyendo a lo largo de los 21 días que duró el encuentro. Evento que se fué gestando desde el año 2003, a lo largo de reuniones de acercamiento con diversos sectores y grupos de la iglesia. Uno de los signos concretos fué la presencia y participación activa de hermanos de otras religiones, tal el caso de Claudio que pertenece a la grey judía. Erróneamente se lo catalogó como rabino, pero haciendo gala de un excelente humor, aportó su visión del encuentro. Claudio, ambos Jorges y otros hicieron sentir el espíritu trinitario que se percibió en Aparecida. Quizá la frase que mejor resuma el encuentro es aquella de "Lo mejor de Aparecida está por venir". Signo cabal de una muestra colectiva.
Jorge Lozano destacó el método de participación colectiva, hecho que posibilitó recolectar todos y cada uno de los aportes. A su vez Claudio resaltó esta cuestión de la escucha activa dentro de las comisiones, contrastando con la clásica actitud de querer imponer posturas. Costumbre muy arraigada en diversos ámbitos, sobre todo el eclesial, y el católico en particular.
Todos pusieron de manifiesto que nadie quiso imponer sus ideas [en Aparecida], sino construir un consenso colectivo, disensos mediante, pero con discusiones enriquecedoras.
Si tan solo pudiésemos captar esto como un objetivo a corto plazo, como el desafío de Paulo VI, aquel de "buscar la unidad en la diversidad", o respetar las opiniones diversas ..
Los prelados destacaron, que precisamente este es el punto que falla dentro de la Iglesia Católica, puntualmente dentro de diversas personas de movimientos, que interpretan la evangelización, como el imponer las creencias, cosa diametralmente opuesta al espíritu evangélico, carente de fraternidad y ciertamente repugnante, a la vez que omnipresente.
He aquí uno de los desafíos a vencer.
No sólo lo mejor de Aparecida, sino lo mejor de varios momentos de unidad, están por venir.
Solo resta animarnos a ser artífices, espectadores, o meros detractores de este momento histórico.
En cada uno está la decisión [y voluntad] ..
lunes, 23 de julio de 2007
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