lunes, 30 de marzo de 2009

Iluminación

Compartimos artículo publicado en la Ciudad Nueva uruguaya de marzo de 2009.

Un texto inédito de Chiara Lubich, de rara profundidad teológica, se ha publicado recientemente en Nueva Humanidad, revista de cultura de los Focolares. Se trata de un escrito relativo a un período de grandes "iluminaciones", identificado como el Paraíso del 49. Una experiencia que marcó a fuego el desarrollo de Movimiento que nacía entonces.

Conversamos con el Prof. Giuseppe Maria Zanghí, responsable de la Escuela Abbá, centro de estudios cuya finalidad primordial es precisamente la de estudiar y difundir la "luz" de ese periodo.
-Prof. Zanghí, ¿puede explicarnos qué es lo que se publicó en Nueva Humanidad?
- Es un texto que refiere a la particular experiencia que Chiara vivió durante el verano de 1949 en Tonadico, en los Alpes italianos. Ella misma llamó esta experiencia "paraíso", tal como lo hicieron en el pasado otros místicos.
"El Paraíso del 49", 
se trata de una experiencia muy fuerte y densa que duró más de tres meses, y que Chiara vivió en estrecha unidad con Igino Giordani* y con algunas de sus primeras compañeras. Una unidad tan férrea que se puede decir realmente que Chiara no fue el sujeto único de ella, sino que fue un cuerpo formado por más personas que Chiara misma quiso llamar "el Alma".

Fue el primer acontecimiento de una naciente espiritualidad comunitaria, colectiva.
Días después del inicio de este periodo de iluminación, Giordani tuvo que regresar a Roma por trabajo.
Entonces Chiara comenzó a escribirle, narrándole día tras día lo que le ocurría.
De aquello resultó un texto denso y variado, que contiene el don que Dios le hizo.


-¿Se podría hablar de un período de fundación?

Sucede a muchos fundadores de movimientos espirituales en la Iglesia: Dios interviene con gracias especiales para grabar en sus mentes y en sus corazones lo que ellos deben hacer, en especial cuando reciben la misión de abrir en la Iglesia una nueva vía de realización espiritual o la de introducir nuevos principios en el campo teológico.
Esto fue lo que le sucedió a Chiara en el 49.
Ella cuenta en esas páginas, que en aquel período "recorrió el Paraíso": en práctica, Dios se manifestó revelándole algo de sí, a través de visiones intelectuales. Naturalmente, en la forma adecuada a una criatura que aún vive sobre esta Tierra; por tanto, no lo hizo por medio de palabras sino «haciéndola ser aquello que Él quería hacerle entender». Al mismo tiempo, Chiara "vio" también cómo debía ser la Obra que nacería después y la vio en el proyecto de Dios.
El texto es aparentemente muy simple, pero detrás de esta impresión emerge una extraordinaria riqueza espiritual y doctrinal.


-Usted dice que se hablaba de "Alma", de "experiencia colectiva", ¿cómo se entiende?

En efecto, en el texto Chiara refiere cómo condujo Dios las cosas. Giordani había descubierto en ella una criatura a quien podía y quería seguir y así buscar la santidad, siendo él laico.
Era admirador de Santa Catalina de Siena, y había añorado siempre una virgen a la que pudiera adherir; y esa virgen la encontró en Chiara. Por esto durante ese verano, en vacaciones, le propuso hacerle voto de obediencia.
Chiara comprendió que en aquel momento Giordani estaba bajo la acción de una gracia de Dios, pero no compartía su petición. Primero que todo porque el Movimiento aún no existía, y entonces no había estructuras jurídicas; pero también porque más que la obediencia ella "sentía" la unidad.
Ante la invitación de Giordani a hacerse santos juntos ellos dos, «como Francisco de Sales y Juana de Chantal», Chiara respondió que su vocación era «que todos sean uno»; «todos» y no sólo ellos dos.
Entonces propuso a Giordani que se acercaran a la Eucaristía juntos, pidiendo ambos a Jesús que Él mismo pactara unidad sobre la nada de ellos, y que luego esperaran la acción de Dios. Ciertamente Chiara no se esperaba lo que sucedió. Impulsada por el Espíritu, al hacer la acción de gracias después de la Comunión, Chiara no pudo "hablar" con Jesús, porque se sentía identificada con Él, mientras advertía que Alguien le ponía sobre los labios una palabra: «Abbá» (Padre). Y se encontró en el seno del Padre, en lo íntimo de Dios: «una vorágine inmensa, cósmica» —como escribe ella misma.


-¿Qué hizo Chiara después de esta entrada en el "seno del Padre"?

Ella no se reservó esta experiencia sino que la comunicó de inmediato a Giordani y a sus compañeras, permitiendo también a ellos "entrar" en la realidad que estaba viviendo.
Estamos frente a una experiencia mística personal, pero que de inmediato fue propiedad, además, de sus compañeras: una experiencia que se hace "colectiva".


-¿Algo que nunca antes había sucedido?

Se cuenta algo parecido sobre un grupo de seguidores reunidos alrededor de San Francisco… Por su parte, Karl Ranher sostiene que Pentecostés debe ser considerado como el primer ejemplo de experiencia mística colectiva, porque allí no hubo un sujeto individual. Y escribe que en la Iglesia deberíamos rescatar este tipo de experiencia.
No se trata de un grupo de místicos que se ponen juntos, sino de personas que hacen una experiencia mística juntos.


-Parece que el 49 fue más allá de una experiencia de vida muy intensa, una fuerte irrupción de luz.

De joven, Chiara descubrió a Santa Margarita María Alacoque, quien introdujo en la Iglesia el culto al "Sagrado Corazón de Jesús". Chiara contaba que también ella sentía una vocación suya, precisa, en la Iglesia: introducir el culto de la "mente de Jesús". Si no se entiende esto, no se entiende a Chiara.


-Sabemos que en las reuniones de la Escuela Abbá, Chiara empezaba siempre con un "pacto de unidad"…

Lo hacía para que lográramos revivir aquel sujeto "colectivo" —el "Alma"— que, como dijimos, vivió la experiencia del 49.
En las grandes revoluciones culturales, los revolucionarios siempre buscan "el sujeto que hace la revolución". Así: el pueblo en la Revolución Francesa, el proletariado en la Soviética, el individuo en el Humanismo.
La realidad que emerge en Chiara es otra; es un sujeto colectivo.
Usamos la palabra "colectivo" con cierto desagrado, ante la falta de un término que lo explique mejor.
Con una palabra difícil, se podría decir que se trata de un "sujeto pericorético": compuesto por personas diversas, cada una de las cuales tiene dentro de sí esta realidad completa, total; pero que al mismo tiempo constituyen todas juntas "esta" realidad.
Para hacernos comprender, Chiara se refería siempre al ejemplo de la ostia: también cuando está despedazada, permanece allí un solo Jesús.

-A la luz de todo esto, parece evidente que el Carisma de Chiara no es únicamente una espiritualidad, ¿es así?
Es una espiritualidad,  pero también mucho más.
La Obra que Chiara ha generado es riquísima en muchos aspectos, sobre todo desde el punto de vista cultural.
No por casualidad, lo último que ella hizo en vida fue con relación al nacimiento de la Universidad Sophia.
Como expresaba Pablo VI: «una fe que no se encarna en una cultura, tarde o temprano muere».

Hace un tiempo Chiara me dijo: «No debemos tener miedo de impregnar nuestro Ideal en las cosas humanas, en los problemas de la vida cotidiana, porque nuestro Ideal es Jesús y Él se encarnó. Vivió en una época, habló una lengua, pensó como hebreo…».
Por tanto, actuando como he dicho no hacemos otra cosa que ser obedientes a la Encarnación.
Creo que de aquí puede nacer un humanismo cristiano auténtico que, en mi opinión, debe ser la respuesta a la noche oscura de la cultura contemporánea. Es «la Cultura del Resucitado» —como la denomina Chiara.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ah... Quique, qué hermoso esto que nos compartís de nuestra sagrada hermana Chiara! Muchas gracias y que Dios te bendiga. Ceci