viernes, 19 de junio de 2009

Por qué mi Torá está llorando

Por SHLOMO RISKIN
Mi noche favorita del año siempre ha sido la noche de Shavuot, cuando voy de colina en colina en mi querida ciudad de Efrat, dando una clase de estudio de Torá tras otra hasta el servicio de la madrugada.
Durante mis paseos nocturnos me saludan constantemente grupos de efraítas de todas las edades – hombres, mujeres y niños – caminando hacia las clases de su elección, a menudo deteniéndome excitadamente para hacerme un pregunta acerca de la clase anterior.
En esta noche mágica del año todo Efrat se transforma milagrosamente en un grande y glorioso beit midrash, cuyo majestuoso mensaje pulsa con las palabras del Salmista, “Levántate y canta jubiloso la canción de la Torá a la noche.”
Este año, sin embargo, fue diferente. En vez de canciones jubilosas, escuché sollozos crispantes. En vez de que los rollos de Torá en las arcas y los libros de Torá en los estantes danzaran con éxtasis y alegría se tambaleaban con consternación y desilusión. Las mismísimas letras de fuego negras, el mismísimo pergamino de fuego blanco se estaban marchitando.
Sí, esta noche de Shavuot, mi amada Torá estaba llorando.
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VEAN UDS., mi Torá siempre se ha regocijado con canciones porque “sus caminos son caminos agradables y todos llevan a la paz.” La Torá es la expresión y la voluntad de la Divina Presencia, quien es un “Dios compasivo y clemente, lento en iras y abundante en benevolencia que perdona la iniquidad, la trasgresión y el pecado del que se arrepiente.”
Mi Torá se regocija con canto especialmente en Shavuot, cuando leemos el Libro de Ruth, la meguilá de amor y bondad, la historia de una triste y desamparada viuda moabita que es aceptada amorosamente en la patria, fe y comunidad judías como una prosélita justa. Su soledad se transforma en paz domestica y seguridad en Efrat en los amorosos brazos de un noble y orgulloso hijo de Judá.
El amor y la bondad del uno por el otro; de Boaz y Ruth como pareja – como también hacia Naomi – los hacen merecedores de ser los abuelos del Rey David, el eventual redentor de Israel y del mundo. El mundo será reconstruido y redimido sólo a través del amor y la bondad de una Torá y de una nación que abrazó a la moabita Ruth como una de ellos y le dio a la desamparada viuda amor y una familia.
¿QUÉ LE HA PASADO a nuestra Torá últimamente? Un relato totalmente distinto está siendo escrito, la antítesis misma del amor y la compasión de Meguilat Ruth. Mi Torá ha sido robada, secuestrada por intérpretes falsos y equivocados. Mi Torá está llorando debido a los jueces de las cortes rabínicas que han olvidado que el más importante mensaje del Éxodo de Egipto es que amemos al extranjero y al prosélito.
Han olvidado las 11 prohibiciones contra las palabras y los actos insensibles hacia los conversos – y la restricción talmúdica de que no debemos ser demasiado autoritarios o exigentes con alguien que aspira a ser un prosélito (Iebamot 47). Han olvidado el dictamen de Maimónides de que aún en lo que concierne a un converso que solamente fue a la mikvá (y se hizo la circuncisión si es hombre) – aún si la conversión fue por una razón personal romántica o venal, y aún si el converso ha retornado a su anterior comportamiento idólatra – él o ella siguen siento judíos (si bien es cierto un judío renegado); su casamiento religioso permanece intacto, y se le deben restaurar los objetos perdidos. (Maimónides, Leyes de Relaciones Prohibidas 13,14).
MI TORÁ está llorando porque estos jueces, en nombre de la Torá, han trastornado y posiblemente destruido cientos sino miles de familias de conversos, cuyos hijos y hasta los hijos de sus hijos fueron educados y aceptados como judíos – para enterarse recién ahora que las conversiones de sus antepasados han sido anuladas retroactivamente.
Mi Torá está llorando porque estos jueces en nombre de la Torá han deshonrado y vilipendiado a un destacado líder rabínico, el Rabino Jaim Druckman, un estudioso que ha dedicado su vida entera a la Torá de Israel, al pueblo de Israel y a la tierra de Israel, y permitido que se desarrolle una atmósfera en la cual su nombre y su persona han sido arrastrados por el barro. Han olvidado que un “anciano estudioso debe ser tratado con gran gentileza” y que los estudiosos de la Torá deben hacer avanzar a la paz en el mundo.”
MI TORÁ está llorando porque estos mismos jueces han hecho imposible que incontables mujeres encuentren la felicidad en el matrimonio; porque han hecho que las esposas vivan como mujeres cautivas de maridos inescrupulosos que exigen el pago de un rescate en nombre de la “pureza de Israel.” Se olvidan de la directiva talmúdica “para liberar a una “viuda ficticia” (cuyo marido está vivo pero no le da el divorcio, o ha desaparecido pero se está seguro que ha muerto) nuestros sabios invocan muchas indulgencias.” Se olvidan del ruego del Majarsha en la conclusión del Tratado Ievamot: “Dios les debe otorgar coraje a los jueces rabínicos para que Dios pueda bendecir a las mujeres solitarias y sufrientes con la paz que viene con la tranquilidad doméstica.”
Mi Torá está llorando porque esta Torá de paz y compasión ha sido pervertida y secuestrada por jueces quienes a pesar de su erudición, no han sido capaces de aprender la lección de Meguilat Ruth, no han sabido asimilar el propósito para el cual la Torá fue dada al mundo.
De modo que las lagrimas de los conversos y los aspirantes a la conversión, las lagrimas de las mujeres cuyos maridos han desaparecido sin que se pueda probar su muerte y de las mujeres que están esperando ansiosamente, casi sin esperanzas que las cortes rabínicas obliguen a sus intransigentes maridos a otorgarles la libertad se mezclan con las lágrimas de la Torá misma.
Estas lágrimas de la Torá y de los que quedan afuera mirando al “Israel puro” están impidiendo la redención, una redención que sólo puede llegar basada en el amor y la bondad hacia el “otro” – el extranjero y el converso, la viuda y la “viuda ficticia,” hacia aquellos que están encadenados y ansían estar libres.
Nuestra Torá está llorando porque ahora, trágicamente, está encadenada.
Fuente: www.jpost.com
El escritor es un rabino ortodoxo, fundador y rector de los Ohr Torah Stone Colleges and Graduate programs, y rabino principal de Efrat.
Traducido por Ría Okret

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