Leyendo el título podrían pensar que tengo un pensamiento autoritario, o que simpatizo con la última dictadura militar; pero todo lo contrario.
Primero que nada quiero hacer una analogía con la historia del pueblo hebreo en tiempos bíblicos; es conocido el hecho que el mismo tuvo que luchar y sufrir mucho para obtener la ansiada liberación de la esclavitud en Egipto; una vez lograda la libertad fue fundamental acordad con Dios llevar una disciplina de vida para no caer en un caos que lleve a la destrucción; como es sabido esto no sucedió siempre provocando la pérdida de la libertad, como pasó oportunamente en el cautiverio en Babilonia (esto se puede leer en libros como Lamentaciones, Daniel o Jeremías entre otros).
En Argentina algo que costó mucho conseguir fue la vuelta al orden constitucional, me acuerdo de las exclamaciones "se va a acabar la dictadura militar"; también de los informes sobre la represión ilegal.
El 30 de octubre de 1983 los argentinos estábamos muy esperanzados; pero pasó algo análogo a lo vivido por el pueblo hebreo en épocas bíblicas; tuvimos un presidente como Menem; represores genocidas en diferentes cargos administrativos como Rico, Bussi o Patti por nombrar algunos, se aprobaron leyes vergonzoas como "Obediencia debida", "Punto final" y los lamentables indultos; aumentó considerablemente la pobreza y la marginación, la desigualdad, la desnutrición infantil, las villas miseria con mucha más miseria; el terrorismo internacional actuó dos veces sangrientamente; muchos perdimos los ahorros y con ellos los sueños y proyectos; permitimos la destrucción del patrimonio nacional (ferrocarriles, YPF, Entel, etc) dejando entre otras cosas a pujantes ciudades en pueblos fantasmas y aumentando el nivel de accidentes en rutas; durante el período menemista prácticamente no hubo funcionario que no sea sospechado de actos de corrupción; tuvimos 5 presidentes en un mes; se interrumpieron por maniobras extorsivas dos períodos de gobiernos; se incrementó el éxodo de argentinos al exterior; el narcotráfico se instaló definitivamente en el país y con ello aumentando la delincuencia y la inseguridad; aumentó considerablemente la deuda externa, se desarrolló una política de concentración de poder político y económico en unos pocos privilegiados.
Se podrían enumerar muchos más hechos; el balance de estos 25 años fue muy negativo; gran parte del pueblo argentino no siente la mínima voluntad de votar (que es el alma de la democracia) en épocas de elecciones; talvez en lugar de hacer festejos sería mejor reflexionar y cambiar el rumbo de este país.
viernes, 31 de octubre de 2008
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