miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Es posible la fraternidad en el deporte?

Por Paolo Crepaz

Una idea universal: la fraternidad

El año pasado, en el mensaje a un congreso de intendentes latino-americanos, Chiara Lubich escribió: "Las fuertes contradicciones que señalan nuestra época necesitan un punto de orientación y otro tanto penetrante e incisivo, de categorías de pensamiento y de acciones capaces de involucrar a cada persona individualmente, así como a los pueblos con sus ordenanzas económicas, sociales y políticas. Existe una idea universal, que es ya una experiencia en acto, y que se está revelando capaz de regir el peso de este desafío epocal: la fraternidad universal."

Proponer la fraternidad universal como categoría de pensamiento y de acción, como modelo de referencia para la cultura, y, en nuestro caso, para la cultura deportiva, es un desafío fascinante y todo nuevo.

El 3 de abril del 2006, al trazar un balance del año Internacional del Deporte y la educación Física, promovido por la ONU para el 2005, Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, afirmó": El deporte tiene que convertirse en un instrumento esencial para alcanzar los objetivos de desarrollo del mundo."

El deporte, especialmente el de alto nivel, está sin embargo peligrosamente entrelazado con las contradicciones de hoy: la comercialización y la espectacularización exasperante, la cotización, el doping, el racismo y la violencia. Por tanto, ¿con qué credibilidad el deporte puede reclamar el derecho de ser instrumento de encuentro, de amistad, de paz, de fraternidad?


La fraternidad en el deporte como método, contenido y fin

¿Qué contribución podría dar al deporte la fraternidad en acto?

La espiritualidad de la unidad nos empuja a imaginar no la fraternidad como algo que se agrega al deporte desde afuera, sino una realidad que se injerta directamente en sus métodos, contenidos y fines. He aquí las primeras ideas a su respecto.

Poniendo la fraternidad como método, ella puede abrir, con respecto a un fair-play de fachada a menudo ineficaz, horizontes nuevos en la dimensión ambicionada, central para el desafío consigo mismo y con los demás, que el deporte propone. Sólo podemos imaginar los efectos que ello podría producir si se aplicara también en el plano de las relaciones entre las diversas organizaciones deportivas, entre esta y las instituciones internacionales y locales, entre las diversas agencias educativas y deportivas, y así en adelante.

Pero la fraternidad también debe ser conjugada, y es esencial, dentro de los mismos contenidos de la cultura y de la práctica deportiva. El deporte está hoy estrechamente entrelazado al desarrollo económico: la exasperada comercialización del deporte amenaza de vincularlo exclusivamente al provecho. La fraternidad es referencia esencial para que tal enredo sea constructivo y respetuoso de los valores vinculado al deporte.

La actividad deportiva, especialmente la olímpica, quiere proponerse como acreditado recurso para la construcción de la paz. Pero nadie se ilusione de que el deporte traiga la paz de por sí : en efecto" solamente cuando los mismos deportistas, durante las competiciones, hacen justamente el tema de la paz, podrán ser testimonios, en el curso del evento deportivo, de cómo se puede ser constructores de paz. Sólo entonces serán creíbles."

En el deporte derrota y victoria son cotidianos pasajes obligados. La fraternidad en acto puede favorecer una cultura de la derrota por una nueva cultura de la victoria: saber perder para saber vencer. Frente al imperativo hoy tan difundido del" no -limits", la fraternidad puede alimentar un nueva sana cultura del límite y la derrota. Más adelante todavía nos empuja el pensamiento de Chiara Lubich": Sólo de la donación, del amor nace la alegría interior, más límpida, más pura, para quien vence (se ha luchado y vencido por amor) y para quien pierde (si igualmente ha luchado y perdido por amor). Entonces el deporte se vuelve auténtico y será elevado a su dignidad social. Podrá contribuir a recrear a los hombres en esta civilización demasiado estresante, a ser un elemento de afinidad, de fraternidad y de paz entre pueblos y naciones."

El deporte tiene valencia insustituible en el recorrido educativo: si la pedagogía deportiva está iluminada por la fraternidad, el deporte puede volverse autentica escuela de vida, poniendo el objetivo sobre el desarrollo de la persona humana. "El deporte- ilustraba Chiara Lubich en su mensaje al congreso de Sportmeet en el 2004- puede revelar la dimensión esencial del hombre sea como ser finito, frente a dificultades y derrotas, sea como ser llamado al infinito, capaz de superar los propios límites".

La fraternidad es la llave otra vez para que la espectacularización exasperada no haga desvanecerse el valor de la práctica deportista en si y para que sea dato adecuado y equilibrado espacio para las muchas disciplinas, superando, por ejemplo, la tentación del mono alimento futbolístico.

En cuánto concierne a los fines un deporte orientado a la fraternidad tiene como meta el contribuir eficazmente, junto a otras realidades, al crecimiento integral y armonioso de la persona y a la construcción de la familia humana en unidad.

Las palabras de Juan Pablo II asumen un tono programático y profético en el indicar cuaáes son los fines del deporte a la luz de la fraternidad": El deporte responde, sin desnaturalizarse, a las exigencias de nuestros tiempos: un deporte que tutele a los débiles y no excluya a nadie, que libere a los jóvenes de las insidias de la apatía y de la indiferencia, y suscite en ellos una sans ambición; un deporte que sea factor de emancipación de los Países más pobres y ayude a cancelar la intolerancia y a construir un mundo más fraterno y solidario; un deporte que contribuya a hacer amar la vida, eduque al sacrificio, al respeto y a la responsabilidad, llevando a la plena valorización de cada persona humana".


Fraternidad en acto: cultura y vida

Promover la fraternidad en el deporte es un proyecto que se mueve sobre dos planos: de la cultura y de la vida. Sobre el plano cultural está vivo un diálogo, hecho de seminarios de estudio, con diversas agencias culturales del deporte, ante todo algunos ateneos universitarios, dónde esta cultura tenga que poder crecer y difundirse. Sportmeet ha realizado también cursos de formación y congresos, nacionales e internacionales. "Una cultura de la derrota, por una nueva cultura de la victoria" ha sido el provocador tema del congreso 2003, mientras en el 2004, en línea con el Año Europeo de la Educación a través del Deporte, promovido por la Unión Europea, se ha dialogado sobre": Educarse y educar a través del deporte." El 27 de mayo del 2005 Sportmeet han promovido una mesa redonda a las Naciones Unidas en Ginebra para presentar cultura y proyectos de deporte para la paz, en ocasión del Año Internacional del Deporte y la educación Física, promovido por la ONU para el 2005. El congreso 2005 se ha desarrollado en Trento y tuvo como tema": Sport&Joy. Con el deporte auténtico corre la alegría."

Una nueva cultura del deporte necesita también de testimonios de vida que la sustenten y la hagan visible. Por eso Sportmeet hizo sus propios proyectos como el de Sports4Peace, un proyecto de promoción de la paz en el deporte y por el deporte encaminado en Austria en el 2003: Sports4Peace está difundido hoy en muchos países, europeos y no, guiados por seis simples reglas impresas en las caras de un dado pintado, expresiones de esa única" regla de oro"": Hagan a los demás lo que querrían que los demás les hagan". Testimonios de Sports4Peace son entre otros: los esquiadores Hermann Maier, Michael Walchhofer, el piloto Ralf Schumacher, los ex-futbolistas Gianni Rivera, Johann Cruijff, el maratonista olímpico Stefano Baldini.

  Una cultura del deporte orientada a la construcción de la fraternidad universal se expresa también en acciones concretas dirigidas a favorecer la práctica deportiva de personas, sobre todo jóvenes, en países en vía de desarrollo o en situaciones de malestar social. Por este motivo Sportmeet sustenta algunos proyectos deportivos con valencia social: en Camerún, en la República Democrática del Congo y en la República Dominicana con la promoción de la práctica deportiva en tres colegios y escuelas locales; en Argentina, Brasil, Colombia y Polonia con el sostén de acontecimientos y proyectos deportivos en favor de chicos de áreas sociales necesitadas o en riesgo.

Estas las primeras semillas de una nueva cultura deportiva, alimentada por la espiritualidad de la unidad y los primeros ejemplos tangibles de fraternidad en acto en el deporte.

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