CUENTO JASIDICO

En cierto pueblo de la vieja Polonia había un Rabino sabio que era dirigente religioso y juez muy versado en las escrituras judías, y que gozaba de respeto de toda la población.
Un día se presento uno de los hombres más rectos y honestos de la comunidad a fin de plantearle un problema.

Después de cálidos saludos y una taza de té caliente el visitante comenzó con su relato: debió renunciar a la sociedad con una persona por disgustarle ciertas formas suyas de ser y actuar, sobre todo por salir a chimentar e intervenir en cosas que no le correspondían.

El Rabino conocía la honradez de su interlocutor y sabía que su ex socio tenía la lengua ligera e irresponsable. Prometió ocuparse del tema y a la mañana siguiente llamo al chismoso, quien se presento puntualmente, orgulloso del hecho de que el Rabino en persona se ocupara en conversar con él.

El Rabino después del saludo, entró en el tema y le dijo directamente que estaba cometiendo pecado al hablar con malignidad sobre su ex socio.

El visitante no sabía que contestar al Rabino y finalmente pidió disculpas, prometiéndole no hacerlo más .Antes de irse el Rabino puso en sus manos un almohadón de plumas y pidió que recorra las calles del pueblo y vaya lanzando las plumas al aire y al terminar retorne a la casa del Rabino.

Sorprendido y confuso, el chismoso tomo el almohadón y salió desparramando las plumas por las calles, al terminar volvió a lo del Rabino y le anuncio que había cumplido la tarea. El Rabino le señaló que le faltaba cumplir una tarea más, retornar las plumas al almohadón.

El pedido no le gustó nada al hombre, pero no se animaba a contrariar al Rabino, entonces salió y después de un par de horas volvió señalando la imposibilidad de recoger todas las plumas pues se habían dispersado por todos lados.

El Rabino entonces dijo: "debes aprender a no hablar en forma malévola de tus semejantes. No basta decir: ‘No lo hare más’ pues las palabras que has pronunciado no podrán retornar al igual que las plumas"
"Piensa pues, antes de hablar"