En estos días tanto Paraguay como Sudamérica se conmocionaron por el reconocimiento de paternidad de Lugo; pero todo quedó rodeado de eufemismos y circunloquios (excelentes definiciones creadas por el recordado Jacobo Timerman) en los medios de comunicación; por un lado lo grave de este asunto no es que haya reconocido al hijo en estos momentos sino que no lo haya hecho antes; más aún si eso fue exclusivamente para mantener en esos tiempos sus votos en la Iglesia Católica ó por su carrera presidencial; algo más grave aún es si se confirma que la relación comenzó cuando la mamá del niño tenía tan sólo 16 años, no hay que olvidarse que más allá de la religión un sacerdote debe llevar ayuda espiritual principalmente a las personas jóvenes; sería muy grave que en lugar de ello traiga dificultades a alguien en su vida.
Estoy totalmente de acuerdo con las palabras de Monseñor Ignacio Gorgoza, obispo de la ciudad de Encarnación que argumentó que la revelación "es una bofetada contra nuestra Iglesia".
Este señor le mintió a la Iglesia Católica, a su hijo, a los militantes políticos que lo apoyaron, no es de extrañar que le mienta al país y al pueblo.
¿Debe seguir como presidente?, las leyes de Paraguay (al igual que de casi todas las democracias del mundo) indican que sí, que debe finalizar su mandato; la ética dice que no; son actos muy graves no dignos de alguien que lleva adelante los destinos de una nación.
miércoles, 15 de abril de 2009
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