Proporcionaron el reconocimiento mutuo entre el (por aquel entonces)
Reino de Italia y la Santa Sede. Fueron negociados entre el Cardenal y
Secretario de Estado Pietro Gasparri en nombre de la Santa Sede y
Benito Mussolini, en nombre del rey Víctor Manuel III.
Existen tres pactos diferentes:
Un pacto que reconoce la independencia y soberanía de la Santa Sede y
que crea el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Un concordato que define las relaciones civiles y religiosas entre el
gobierno y la iglesia en Italia, que se resume en el lema "Iglesia
libre en Estado libre".
Una convención financiera que proporciona a la Santa Sede una
compensación por sus pérdidas en 1870.
A través del concordato, el Papa acordó enviar a los candidatos para
el obispado y el arzobispado al gobierno de Italia, requerir a los
obispos que jurasen lealtad al Estado de Italia antes de tomar el
cargo y prohibir al clero tomar parte en la política.
Italia acordó acomodar las leyes sobre el matrimonio y el divorcio a
las reglas de la Iglesia Católica Romana y declarar a los miembros del
clero exentos de tomar parte en el servicio militar obligatorio.
Estos pactos garantizaron a la Iglesia Católica Romana el estatus de
iglesia oficial del estado de Italia, así como un poder sustancial en
el sistema educativo italiano.
Por eso, el día de hoy no es laborable en el Vaticano.
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