Comparto palabras de la colega Virginia Bonard, dama que nos deleitara recientemente con la narración de Kim Phuc.
Pero, las cosas no son casuales, para nada.
Hoy recibo un mensaje de Daniel Cheruna, hombre de radio que suele difundir la literatura, conductor de Ciudad de libros y rock, espacio que va por la radio de la ciudad en la trasnoche (2:00 a 5:00). En su columna, toma determinada obra de un autor y la lee al aire.
¿Qué estaba leyendo desde el 5 hasta el 18 de mayo?
Gracias por el fuego ...
Va el texto de la Bonard. Buena semana!
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Se murió Mario Benedetti.
Pero con él no se fueron para siempre mis primeros sueños de amor en el colectivo.
Ni sus aforismos contradictorios y provocativos.
Tampoco se esfumaron los perfumes ciudadanos de libertad mezclados con besos en cualquier esquina de Montevideo.
Y menos todavía ese amor sin tregua. ¿Sabían que Martín Santomé y Laura Avellaneda siguen amándose en un paraíso en el que nadie juzga por edades ni segmenta corazones en virtud de las virtudes?
Y esos versos que Serrat supo instalar en nuestros oídos con música de un hoy que le quedaba tan bien a Mario.
Porque la modernidad lo sorprendió moderno. Qué atrevido.
Su actualidad sobrevenia de la inmortalidad de sus ejes inspiradores. Y esa simplicidad tan suya y tan nuestra.
Y su fama era producto de haber puesto la poesía en las manos de todos los cualquieras de este mundo.
Mariposas naciendo en los delantales de sencillas amas de casa de un paisito verde.
Vientos de libertad empujando hacia la dicha de reconocer el horizonte desde un depto. de 2 ambientes sin balcón ni teléfono.
Nos mostró el oprobio de la cárcel, la soledad, el sinamor, los desarraigos. Pero en tono de humanidad.
Le debo a sus versos haberme enamorado por la calle, distraída, bajo la lluvia, en la facultad y en la oficina.
Porque el amor era de todos y en todas partes.
El amor no muere, ¿verdad, Mario?
Nos contaste que puede ser un cómplice necesario para la felicidad.
Y aunque ya no soy tan joven, me he visto últimamente rondar alguna plaza con tus palabras en mi cabeza y con pájaros volando libres hacia tu mar.
Virginia Bonard
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